Hace unos días compartía con Uds. el inicio de mi actual proyecto, y con ello el producto tangible del mismo, una novela llamada “El León de Caprera”.
Una novela que tiene como figura principal a Giuseppe Garibaldi, pero más allá de las condiciones personales de guerrero, marino y conductor de hombres que supo tener Garibaldi, la historia se centra más en la persona, en el hombre y sus afectos.
Me ha resultado interesantísimo recibir comentarios y hasta fotos, como los que incorporo a continuación:
"Terminé el libro, me gustó mucho...¿el próximo ya está?"
"Haz puesto la novela histórica en su justo término: las humanizaste, nos acercas al hombre que está detrás del bronce"
“No la siento como una novela histórica, sí como una novela sobre el amor”
“Me gusta no sabría decir si es una historia novelada o novela histórica, pero es ágil y atrapante.”
“Me encantó, comencé a leerla y no la dejé hasta finalizarla. Es el tipo de libro que me gusta”
“Ayer leí el libro. De un tirón! Muy bueno. Excelente abordaje y ritmo. Las historias se cruzan y nos provocan a pensar y sentir en las razones importantes para vivir...en esa dicha transformadora que proviene cuando hay sueños compartidos, en importantes trípticos sempiternos y por sobre todo, algo que es simple y a la vez complejo, como una vida trasciende cuando deja que el amor prevalezca siempre.”
“Estoy por terminar tu libro. Estoy muy, muy lejos de ser un experto comentarista de textos. No deseo aparecer con pretensiones de crítico literario o algo parecido, sin embargo deseo expresarte mi contento con la lectura de tu obra.
No hay página que no me llene de satisfacción. Lo siento como un libro sencillo, poco pretencioso en ahondamientos de carácter históricos, muy libre en la inspiración de escenas cotidianas y detalles de épocas pasadas.
Siento que hay un tratamiento del lenguaje extremadamente eficaz y bien cuidado que ilustra en nuestras mentes las escenas que describes con fluidez. De alguna manera me transportan en mi imaginación a los lugares que describes. Es como cuando de niño leía TOM Sawyer, o las obras de Julio Verne, como ejemplo. Palabras en su justa medida para adornar o introducir ciertos pasajes.
Lo único que lamento es que no sea más extenso, porque, si bien aun no lo termino, ya me estoy quedando con las ganas de leer más…”